miércoles, 19 de julio de 2017

OJOS DE TRÁNSITO II, 2017

Volverás la mirada mientras percibes el matiz del trayecto abandonado,
inmóvil tú, prescindiendo de la acción,
nutriéndote de una discontinua inquietud,
sabiéndola cementerio de mañanas,
querrás acotar el margen de su límite veleidoso,
siempre el mismo itinerario estéril a su desierto, indómitamente abrasador,
cárcel las pupilas del silencio en la baldía extensión.
Volverás la mirada todas las mañanas,
la composición rota en el combate de la doma de lo soñado,
aún recogerás las cenizas entre las yemas, siempre olvidándote del amanecer,
y perdonarás la sofocante humillación con que se postergaba el aire
aunque no te hallará la paz en la falsedad de las oblicuas estancias de ser.
Volverás la mirada en búsqueda de la primigenia semiesfera,
licuando en una bola inacabada el fraude y la ilusión,
rebotando sin fin al lugar inalterable de la pérdida.
Volverás la mirada impregnada de la opacidad de la penumbra,
girando arremolinada mientras en cada vórtice muda el designar de las palabras,
regresarás en un anular cautiverio ficticio,
matarás la luz e inane, te cabalgarán las sombras.

OJOS DE TRÁNSITO, Nº II, 2017.  Cerámica negra, esmalte y tul negro. Medidas variables.115x35x27 cm

viernes, 7 de julio de 2017

MARES-ONDAS I- IV, 2017

Hay que haber agrietado el rostro en compases de sal y fuego,
vueltos los ojos contra la playa  en gobierno de imperios de fantasía.
Hay que haber perforado el estómago con las voces mutiladas.

Hay que haberse purificado el alma en baños de estío mientras hay quien en baño de muerte,
derramar los blancos cuerpos en un ceremonial de cinismo.
Hay que haber tenido la culpa del inane para rumiar imágenes de las pantallas.

Hay que haber volcado al alba todo el ímpetu tardío,
haber sido número y contarse en años, viajes y posesiones.
Hay que haberse deletreado en el cómputo de los pasajeros de tragedias.

Hay que haber sido mortaja y resucitar para regresar eternamente,
haberse cercenado con las ondas de fronteras de miedo,
y en el límite de cada cenit y cada descenso, profanar la pureza.


lunes, 3 de julio de 2017

OJOS VELADOS, MINIATURA IV, 2017

OJOS VELADOS II, TEXTO II
Cuando vástagos de la penumbra disfrazan en luminiscencia su opaco iris
y enredan pestañas anudadas a ritos de paredes milenarias.
Cuando ojos varados en el silencio de la espera de deseo de esquina móvil
y pupilas que al amanecer piden otra luz, de otro sol, de otros mundos.
Cuando en urnas de recuerdo se atesoran ficticios momentos concluyéndose los ritmos
y de la llama se hace agua oculta, rutinas de ecos, tránsitos inciertos, máculas heredadas.
Cuando la vida escoge el aullido sordo de no poder devorarla
y de todas sus quimeras selecciona la infausta posesión del tiempo.
Cuando la nada letal esparce ácida el viaje, no indivisa pero exhausta,
aún cuando se adose a sí misma quedará la carne acanalada.
Cuando el destello de venganza recorre penumbras de siglos
y la nostalgia vence las visiones de los días.
Cuando, un instante, se refleja en el espejo la propia supervivencia caníbal
y se extirpa lo real vislumbrándose dioses y demonios, sin creer ya en el hombre.
Cuando ese territorio de allá es la región donde posponer los sueños
y de los pasados se repiten, monocordes, los presentes.
Cuando de frontera de cinismo y de mares de sangre no se contrae la pupila,
entonces, entonces, la Bestia domada subyuga el Templo con salmos de derrota.