MATERIA DE BARROS. RUTH LODEIRO, ESCULTURA : noviembre 2021

jueves, 25 de noviembre de 2021

HOGAR, DULCE HOGAR: CAMPOS COMO CIELOS DE HORMIGÓN, 2021

III

Desaparecieron. Fue suficiente.

El mar sostenía el pudor del presagio,

con un incienso mortecino, que el sol descomponía

en falsas luces de la historia.

Los campos resbalaban hacia un cielo de hormigón,

con raíces putrefactas en bosques anegados,

ahogándole la voz y la palabra.

Las agujas clavándose en los ecos de los aullidos,

con el cuerpo para coser y coserlo,

perforado a un destino líquido de innominadas.

Fue suficiente. Se recluye en la torre.

CAMPOS COMO CIELOS DE HORMIGÓN, 2021. Césped artificial, malla metálica, cerámica, esmalte e hilo. Medidas 34 x 37 x 26 cm

lunes, 8 de noviembre de 2021

VÓRTICE I, 2021

VÓRTICE

Allí se llega bestia derrotada,
con la voz entregada
en débiles engendros de vocablos mudos,
con polvo extremo rompiendo la oralidad.
Allí se llega frontera y límite brutal,
se llega siendo confín,
siendo abajo del agua y de la llama,
sin extremos que unan ni espacios que desaten.

Allí se llega cuando el tiempo se ha llevado la resurrección.

VÓRTICE I, 2021. Cerámica, alambre y madera. Medida 28 x 26 x 23 cm

El viaje fragmentado, vendido a la irrupción de intensos lapsus, dando paso a desiertos, erráticos territorios que devienen en locura. Mitos cerrados que nos concluyen en la acritud del argumento escrito. Territorios castrados, la perfección inexistente, irregularidad en la planicie de la existencia, la mácula, la perturbadora ensoñación. Esforzadas subidas de breve cenit, entrañas simuladas, adentro, oculto quietud y miedo, espásticas de descensos dantescos. Posesiones que nos justifican y construyen, heredades que nos pernoctan, conexiones irreales que nos desacreditan, acoplamientos forzados de límpida apariencia. Sinuosidad de lo que fuimos, de lo que somos, de lo que sin duda nunca fuimos y quizás seremos, ser sin saberse o horrorizarse de haberlo hecho. Abandonarse con el pulso extinto y la verdad codiciada. Enredos, caos en una materia aparentemente lineal, secuencia interrumpida por marañas que vencen y desestabilizan la pieza; la ensucian, la debilitan, la rellenan, la embellecen. Sueños cosidos a la realidad, noche añadida a la vigilia, nudos e hilvanes sustentos que permiten la continuidad. Horror vacui. Elementos postizos que destrozan el equilibrio, similitudes en espacios ficticios, procesos inacabados, finales abiertos, finales dramáticos, mito heredado, asimetría o perfección perforada. Hilo conductor extra-corpóreo, versatilidad en las posiciones, intercambiables, suprimibles, mimetismo, accesorios superfluos que ocultan la desnudez, fragilidad del contrapeso.

Acoplamientos deconstruidos, engranajes forzados que impostan lo real, tímidos ensamblajes de incrustaciones temporales, tiempo, más tiempo acumulado en abarrotadas dimensiones de vórtices.

Corazas para habitar la felicidad después de desprendernos, defensas perturbadoras del silencio y del ritmo.

Círculos heridos, óvalos distorsionados, esferas resquebrajadas, significado cíclico, principio y fin, inicio y término de irrupciones vitales. Búsqueda sin hallazgo, la odisea, sed de camino que resulta lastimado, sed de la pregunta, la duda.

Triángulos de trágico descenso, vértices de tres veces, ciudades cementerio, hormigueros, plano rectilíneo como obstáculo a lo diferente.

Óxidos y verdes de la convulsa tierra amamantadas de los postreros viajes, del límite oblicuo, de la frontera traspasada, en doma huidiza esclavitud al patrón.

Rojos de estertores del deseo, de la sangre que nos vivifica, pulsiones que nos adelantan, sufrimientos detenidos, el dolor.

Blancos de la pureza, de la salinidad, del desierto que se explaya, del ojo aquiescente, de silencios de palabras que derraman la verdad.

Azules de la soledad cósmica, de la intensidad, de la idea de libertad devenida.

La no existencia; el negro, lo oscuro, la privación, el retroceso que nos ancla, el deterioro, el anonimato eterno, ponderación entre los siglos y los nombres, las sombras.