Hay que haber agrietado el rostro en compases de sal y fuego,
vueltos los ojos contra la playa en gobierno de imperios de fantasía.
Hay que haber perforado el estómago con las voces mutiladas.
Hay que haberse purificado el alma en baños de estío mientras hay quien en baño de muerte,
derramar los blancos cuerpos en un ceremonial de cinismo.
Hay que haber tenido la culpa del inane para rumiar imágenes de las pantallas.
Hay que haber volcado al alba todo el ímpetu tardío,
haber sido número y contarse en años, viajes y posesiones.
Hay que haberse deletreado en el cómputo de los pasajeros de tragedias.
Hay que haber sido mortaja y resucitar para regresar eternamente,
haberse cercenado con las ondas de fronteras de miedo,
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