sábado, 17 de mayo de 2014

AL ALBA, EL SUEÑO II 2014

Al alba cuando los sentidos siguen acomodándose en la semipenumbra
y la tenue luz no ciega los instantes, llevamos la frente erguida,
gravitando el ímpetu, la semivigilia no derrotada,
incrustándonos en el rostro las únicas imágenes, que,
emergidas de los sueños, atesoran destellos intangibles en retinas no vencidas,
infundiendo en la piel  la certeza del día mientras los silencios no acallan los deseos.

 Al alba cuando la presencia de la noche sigue formando ensueños,
llevamos el semblante semioculto, casi desaparecido,
sin pactos, un leve reconocimiento, cómplice la lasitud del gesto,
los ojos abiertos, nadie golpea entonces, ningún combate,
las pupilas perfeccionan su mirada más posesa y obsesiva,
no acechan hacia afuera, en esos instantes en que la luz toma posesión de la piel
nos reconocemos en la exclusividad de la hazaña.

Al alba cuando la oscuridad va cediendo al fulgor temprano se han ido rellenando vacíos
con figuraciones de espacios herederos de la ilusión
y se retienen adosados al iris, al resguardo de la fragilidad del recuerdo,
impidiendo la fuga y el desánimo, venciendo con ellos la aparente quietud o desidia.

Al alba protegidos de destellos fulgurantes que revelan caos,
sin más testigos en la boca que el silencio que arranca miedos,
dejando ingobernadas las voces y desmayadas las yemas,
queremos retener eternamente lo que fue cierto y fugaz,
refugiando en las frases el término, acunando con ellas el porvenir.

Al alba, cuando apenas se distinguen las sombras de los sueños,
en el último clamor de la noche, empiezan a repicar las sinfonías del comienzo.


martes, 6 de mayo de 2014

OJOS III, 2014

Cuando se lacra el iris a imágines oníricas de viajes intensos a lugares imposibles, cruce de espera ronca y febril.

Cuando el fulgor de los nombres se arquea en una parábola de definitiva opacidad, sufriendo el destierro de la voz.

Cuando se obturan las pestañas para que los números no expandan más su carácter mortuorio y de la mirada se retrocede configurando un cauto cielo paralelo.

Cuando la luminiscencia arde los monstruos que nos vendieron las sombras y se suturan las visiones que traspasaban el alba al límite de las fronteras.

Cuando las pupilas dilatan un inamovible tiempo denso y de pestañas rizadas de pudor se huye el territorio del delirio.

Cuando de las órbitas perforadas en el registro del tiempo desecamos la acuosa mirada del furor y se hallan los ojos alambrados a la fragilidad del recuerdo en una prosodia conclusa.

Cuando de la visión de un espejo herido se evocan tramas de historias robadas vegetando el mismo final preconcebido.

Cuando de hachazos visuales se derrota la luminosidad...entonces, entonces, cegamos y zurcimos los ojos para no saber del mal.