jueves, 31 de marzo de 2016

FRONTERA EUROPA 2016

FRONTERA EUROPA
La frontera era yo. 
Yo portuaria. Yo Caronte. Yo llave del regreso.
Meciéndome  en albas cansinas y llegando a ser maestra de ceremonias.
Palpando en mis límites que la frontera era yo y la exigua extensión de la voz
cuando susurro que no hay mundos que puedan pronunciarse al unísono.
La frontera era yo circunvalada de tiempo,
llevando mi lugar cercado entre paralelos de senectud,
cuando no intuyo, al menos, cómo me nombran los ecos de los sueños,
cuando no recuerdo cómo baten la atmósfera las súplicas de quien  insiste.
Sí, la sofocan, la queman, la agotan sin indignidad.

La frontera era yo constreñidamente agostada,
de realidad de hiel y escarcha. Brutalidad asumida. Síncope, inflexión, letargo.
La frontera era la boca, mi nombre original de mugido y equívoco,
cultivador de la urgencia y de la ofensa, sólido para entierros.
La frontera era yo en lentos azules, vejez sobre vejez de letales arrugas del alma,
espacio abastecido, enemiga de mi materia y de mi límite.
Aquiescencia del odre que me envuelve.
Yo era la frontera donde batir el drama,
era yo el límite de la premura,
yo el extremo del delirio,
yo misma el término.

miércoles, 9 de marzo de 2016

EVA-SHEREZADE II 2016

Eva habitándose de manzanas, matándoos, renaciéndoos.
Eva sí. Primitiva. Ancestral. Desnuda. Tierra frágil.
Irreverente y sentenciada. Siendo demonio y fruto, exiliada al rumor, naciendo al mundo fracturada,
levitada en sílabas roncas y sonoras sin hallarse, ni que el estigma la contenga.
Eva sí. Tierra cruda en el ocaso de los últimos soles.
Su nombre desbordaba en la boca, sin fragmentos.
Pura totalidad. Vocablo absoluto. Irrompible, indómito. Tragedia pulcra.
Estigma y deseo. Llama y escarcha apátrida de futuros. Aterrado e insepulto.
Aunque sonaba incrédulo entre los dientes, la ilusión transformaba la oralidad.
Eva sí. Pecadora sin pecado.
Agotó los fonemas creándolos en renglones que cerraban pactos,
haciéndolos imagen, parada que simulaba la eternidad de lo indecible,
volcados desde la comisura a las entrañas, licuados en glóbulos y humedades,
tañidores de las regiones salvajes del alma, forasteros en los sueños.
Os fructificó con cuentos en soliloquios de lunas perdidas,
en sacudidas en la armonía de la prosodia conduciéndoos a la antesala de la ensoñación.
En las manos llevará vacías las palmas aunque sepamos que el humo tintado de añil era su dolor,
así es el color de la devoción desparramado línea a línea amalganando el horror vacui.

Está. Estará eternamente:
en la boca apretada de lo exhaustivo.
Como culpa o deseo. Como memoria o muerte.
Cicatriz de derrota o éxito. Como secuencia pavorosa,
anécdota petrificada o historia de historias,
Como Eva del pecado.
En una posición, en un rito,
reducida a número, como intrusa o sabor sacrificial,
lejanía o espanto, en la palabra frontera, en el engaño,
en el olor del desgaste de una lenta mano,
como tinta o color de náufrago, debilidad de hachazos visuales.
En el anclaje claudicado de la frente del dolor que sobrevuela el rictus doliente,
como un Caronte remando su pathos,
como frase adolecida de otro significado, inercia sutil que desplaza la idea,
en un hechizo descompuesto por los siglos, en un taconeo de caderas.
Eva sí. Desgraciada sin pecado, como puente de dos intersticios,
como compendio de todo cromatismo que besa el negro,
en un balance de deudas, en el instante de un comienzo junto al árbol prohibido,
en la curva y la extensión gris de la búsqueda,
en la derrotada luminosidad del solsticio al equinoccio,
en la decadencia aferrada a la no renovación.
Estará. Como mujer de  hielo sin estaciones, mujer de infierno,
como Eva desterrada de los cielos, vaciadora de los anonimatos.
Está. Estará.La  hallaréis entre las pausas,
en un humo viciado, en un gesto expandido,
entre dos actos de reminiscencia antagónica.
Como la que os soñó y os derivó al horror,
como fragilidad que acogió lo inabarcable,
perseverancia eólica que no acallaba su dirección.
En la nada. Como la nada. En la mudez terminante,
en frases no engendradas. En la esquela,
en el viaje entrelazada a las pestañas.
Estará en un recuento de persistencia,
como número inconcreto,
en el aire dejará anudados los siglos bajo la densidad de un pecado sin roce,
sin trazar el fragmento de infinitos segundos que os separan,
Sí. Eva - Sherezade mágica. Tributo del hombre.
Eva otoño de alma entera, jadeando frío y avidez. Olor pomar.
Eva entonces, a veces libro, para siempre boca cerrada en vertical,
sonido desplazado a la tráquea, no fecundado.
Silente consumida. Consumación de la derrota. Eva fractura del misterio.

Eva emergerá crepúsculo. Matriarca del clan con las cuencas desheredadas de creencias.
Se compra felicidad: la carne, el coche disfraza, la casa acoge, el arte moldea.
Esfera rodando la expiración,
atadas manos a caligrafías opacas,
esa Eva  intensa, equivocadamente ilimitada,
costilla de llama lenta de pausada incandescencia.

Rebosa la boca con la tierra excavada, entonces allí la sepulten sacrílega sin infierno ni cielo,
llevándose en las vacías palmas el índigo que transmudó el significado del púrpura de las palabras,
la yemas pálidas, cerúleas, con guante silente, misterio de culpa y súplica.
Manos extendidas, cocidas en lágrimas y esfuerzo. Trémulas, retraídas,
Vacías. Sin dioses, ni brujas, ni modernos curanderos,
constructoras de la muralla de las frases, obra prolongada estéril,
puño agarrotado, bastión del latido manchado de sudor y salinidad.
Eva perdida con tatuajes indelebles del tiempo, del recuerdo.
Mujer y carne. Carne de venta.
Tardía. Desechable. Fácil. Caduca. Pretérita. Osada. Caprichosa. Puta.
Eva amoral. Eva transgresora. Eva al fin y al cabo
Estaba escrito como se expulsa del paraíso.