ALIMENTO
DEL OLVIDO III
Saber
que irse es sin rastro ni sombra,
aunque
se hubieran batallado las posiciones con rotundidad,
disputándole
al camino la cordura.
Aunque
se le robara al trayecto el viaje y la odisea escribiese el regreso.
Aunque
se le hubiera guerreado al mar los oleajes de desventura,
llevando
el blanco como estandarte y el luto como desánimo.
Saber
que las treguas contra el mito quedarán
abandonadas
en infértiles posturas yacentes.
Que
el orondo ulular de los territorios habitados
se
perderá en las silentes bocas, náufragas de la palabra.
Que
huérfanos serán los espejos de reflejos de vanidad,
vencidos
por imágenes en santuarios profanados.
Saber
del recorrido errático de destino estéril,
sin
haber llegado al recodo imposible de pernoctar,
sin
la ebriedad del descenso, sin pliegues, sin conclusiones,
sin que en las yemas temblasen los colores,
ni se ordenase con caos el espacio,
sin que en las yemas temblasen los colores,
ni se ordenase con caos el espacio,
apenas
secreteando la rutina.
Saber
cómo alimentará el olvido nuestras vértebras,
cómo
leves en anécdotas purificarán el ambiente familiar,
ganarán
unas horas todas las voces y las lágrimas,
un tiempo serán testigo de ofrendas y plegarias. Eternamente,
hacinarán tibios almacenes donde varará la infinitud del olvido.
VÉRTEBRAS DE TIEMPO I 2017. Cerámica, esmaltes, madera, hilo de seda y algodón. Medidas 98 x 100x 10 cm
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