HOGAR, DULCE HOGAR, I
(...)Entra en la ciudad, los lobos danzan sus pasos,
lamen la intemperie en las encrucijadas,
olfatean los tobillos y aúllan.
Aúllan pájaros negros como cenizas sonoras,
silencios construidos como muros de regueros,
como algodones, infiernos que levantan el alba con rubor,
apariencias derramadas como ramilletes de fiebre,
como témpanos, sueños de futuro y encajes.
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